Desde la publicación del Real Decreto 235/2013, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios, en el «BOE» núm. 89, del pasado 13 de abril de 2013, muchos se ha escrito sobre los innumerables beneficios que su entrada en vigor nos puede proporcionar: desde la oportunidad para luchar contra el desempleo en el sector de la construcción, a la crucial información que este certificado arroja sobre los consumos energético de los inmuebles y su repercusión económica el las facturas energéticas, así como la posibilidad de controlar las emisiones de CO2 que nuestros edificios arrojan al ambiente.
Factores del confort térmico. Fuente: Maria Blender |
Pero, sin embargo, muy poco se ha hablado del aspecto tal vez más importante para los usuarios: ¿cómo podemos beneficiarnos de la información que nos aporta el certificado energético para mejorar las condiciones de confort de nuestros inmuebles? Y por tanto tener una mejor calidad de vida, huyendo de los edificios enfermos.