12 de julio de 2013

Los edificios enfermos nos hacen enfermar

El confort, según la RAE, se define como “aquello que produce bienestar y comodidades”. Tomando como referencia esta explicación, quisiera exponer un tema que para muchos puede resultar desconocido ¿Cómo repercuten los espacios que frecuentamos en la salud de las personas?








Establecer unas condiciones de confort óptimas dentro de un inmueble es muy importante, más aun cuando nos referimos a edificios donde pasamos gran parte del día, como pueden ser nuestra casa o lugar de trabajo.
Habitar en espacios con unas condiciones de falta de confort, con unas temperaturas inadecuadas, valores extremos de humedad relativa, mala calidad del aire o falta de una buena iluminación, no sólo lleva a sentirse incómodo, sino que, a la larga, puede producir graves problemas en nuestra salud.
Es entonces cuando hablamos de edificios enfermos. Estos edificios pueden producir en sus ocupantes el  padecimiento de patologías muy diversas como asma bronquial, rinitis alérgica, dermatitis atópica, legionelosis, lipoatrofia, picor y enrojecimiento de los ojos, dolor de cabeza o somnolencia, entre otros.
Por desgracia, esta situación es tan común que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido al Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) como el conjunto de síntomas diversos que presentan predominantemente los individuos que habitan en estos edificios y que generalmente no van acompañados de ninguna lesión orgánica o signo físico; diagnosticándose, a menudo, por exclusión.
¿Podemos contribuir las personas en la lucha de esta enfermedad silenciosa? Desde mi punto de vista tenemos en nuestra mano la oportunidad y diferentes alternativas para garantizar una serie de medidas en el interior de los espacios que habitamos diariamente.
Me gustaría citaros diferentes aspectos en los que debemos incidir para cuidar de nuestros espacios y de esta forma también, cuidar de nosotros mismos.
  • Control higrotérmico (humedad y temperatura),a través de un adecuadoaislamiento térmico y la instalación de equipos de climatización adecuados que permitan mantener una temperatura interior en el rango de 21 °C y 25 °C y una humedad relativa entre 20% y 75%.
  • Buena calidad del aire interior, fomentando la renovación del aire y eliminando contaminantes como las partículas en suspensión, los gases y vapores de origen químico o los bioaerosoles.
  • Aprovechamiento de la iluminación natural o aplicación de sistemas de iluminación inteligentes y  eficientes, a través de huecos bien dimensionados y diseñados, que eviten deslumbramientos pero que permitan disfrutar de la luz del sol  durante el mayor tiempo posible.
  • Empleo de materiales ecológicos de construcción, no tóxicos o contaminantes.
  • Reducción o limitación de los campos electromagnéticos debidos a instalaciones y aparatos.
  • Presencia de vegetación, que ayuden a regular la humedad y la temperatura, mejorar la calidad del aire y absorber radiaciones perjudiciales.
En definitiva, podría afirmarse que los edificios enfermos no pueden formar parte de las ciudades inteligentes del futuro, ni contribuir a la obtención de la calidad de vida que deseamos para mantenernos sanos y desarrollar nuestras actividades diarias de una forma saludable.
Y vosotros, ¿os habéis parado a pensar si los espacios que normalmente habitáis son edificios enfermos?

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