Más de la mitad de la población mundial reside en ciudades, una proporción que se proyecta que alcanzará el 70% para el año 2050. Esta concentración demográfica masiva, si bien es un motor de desarrollo económico y social, también plantea desafíos monumentales en términos de consumo de recursos, generación de residuos y emisiones de gases de efecto invernadero. La industria de la construcción, en particular, se identifica como una de las actividades con mayor impacto ambiental, debido a su elevado consumo de energía y recursos naturales, así como a la considerable cantidad de residuos que genera. En este contexto, la búsqueda de la sostenibilidad urbana se ha convertido en una necesidad imperante para asegurar la habitabilidad y el bienestar de las generaciones futuras.
Los contextos urbanos densos, lejos de ser una fuente de problemas ambientales, constituyen en realidad el escenario más propicio y adecuado para el desarrollo de la arquitectura sostenible. La compacidad urbana intrínsecamente ofrece sinergias que optimizan el uso de recursos y servicios, creando un entorno fértil para la implementación de soluciones arquitectónicas innovadoras y ecológicas.