Durante años, la preocupación en el diseño de los edificios ha recaído en la captación solar y en la mejora de su aislamiento térmico para reducir los consumos de calefacción. Sin embargo, la subida paulatina de las temperaturas, debidas al calentamiento global, hace que cada día más nos preocupemos de los problemas derivados del sobrecalentamiento.
La principal estrategia para evitar el exceso de temperatura en el interior de los edificios durante el período estival es la aplicación de elementos de protección solar en los huecos, tanto fijos como móviles, incluso siendo estos últimos automatizados. Sin embargo, el efecto de la radiación solar directa en los edificios tiene importantes efectos también en los cerramientos opacos, como las fachadas y, sobe todo, la cubierta, el paramento más afectado por la incidencia solar en los meses de verano.
Varias son las estrategias que podemos emplear para evitar que la envolvente térmica se recaliente por efecto directo de los rayos solares, pero tal vez sean dos las más destacadas: las fachadas/cubiertas ventiladas y las pinturas termoreflectivas. Sobre estas últimas, también conocidas como “Cool Roof” o de “techo frío”, tratamos este artículo.