4 de septiembre de 2017

Confort térmico: condiciones endógenas

Todos queremos estar en un ambiente agradable dentro de los edificios. Sin embargo, a veces parece una misión imposible.
En muchas ocasiones, nos encontramos con inmuebles que son auténticas neveras en invierno o verdaderos hornos en verano. Pero incluso en aquellos edificios que se encuentran medianamente bien diseñados y acondicionados siguen los problemas.
Un ejemplo clásico son los edificios de oficinas, donde trabajan muchas personas y ninguna se encuentra confortable: uno, que está al lado de la salida del aire acondicionado, está helado; otro, situado al lado de la ventana, se está quemando con el sol y para colmo no le permiten abrirla para que le dé el aire o, peor aún, la abre mientras tienen el aire acondicionado conectado...
Otro caso que nos comentaba un cliente era la constante pelea entre el directivo y su secretaria: él todo el día estresado, de aquí para allá con su traje, siempre pidiendo que pusieran la temperatura del climatizador más baja; ella, con camiseta de asillas y una actividad más estática muerta de frío anunciaba con denunciar la situación laboral insoportable.
¿Pero a que se debe esta dificultar de contentar a todos?
Autor: Enric Mitjans

Pues la respuesta es que para conseguir las condiciones de confort toman parte un gran número de factores, algunos de ellos exógenos -como la temperatura del aire, la humedad relativa, la velocidad del aire o la radiación solar entre otros- pero otros dependen del individuo, como la actividad que esté realizando, la cantidad de ropa que lleve puesta, el sexo, la edad, la constitución, etc. Y solo con el delicado equilibrio de todos ellos se puede conseguir el confort, razón por la cual resulta tan complicado su obtención, más cuando en un mismo espacio tenemos varios individuos con características diferentemente.

Por suerte, el organismo tiene una serie de mecanismos que nos permiten adaptarnos a unas condiciones cercanas a las de confort, auto regulando nuestra temperatura, pero sólo hasta un límite no demasiado amplio.

En otras ocasiones hemos hablado de la importancia que tiene para el confort térmico el adecuado diseño de los espacios, para sí obtener unas correctas condiciones higrotérmicas en el interior de los edificios. Pero a pesar de conseguirlo y, tal como hemos comentado, podemos sentirnos incómodos. Veamos cuales son las principales causas de disconfort asociadas a los individuos y la manera de conseguir minimizarlas.

En primer lugar están las asociadas al propio individuo y principalmente son:
  1. La edad: Con relación a la edad el fenómeno es complejo, ya que con el tiempo cambia nuestra sensación del estimulo térmico, en ocasiones sintiendo más frío, en ocasiones sintiendo más calor. Por ejemplo, las personas ancianas suelen generar menos calor corporal y preferir una temperatura más alta.
  2. El sexo: se considera de forma generalizada que las mujeres prefieren ambientes ligeramente más cálidos que los hombres, del orden de 0,5 a 3 ºC más ya que el cuerpo masculino suele generar más calor interno y necesita más frío exterior para alcanzar una temperatura superficial confortable.
  3. La constitución (índice de masa corporal de cada persona): Las personas obesas suelen disipar peor el calor corporal que las delgadas, por lo que a menudo prefieren una temperatura más baja.
  4. Aclimatación: Es debido a la adaptación genética que tienen las personas a un clima determinado, con una variación aproximada de la temperatura de confort de -0,1 °C por cada 1° de latitud que nos alejemos del Ecuador, consecuencia de la mayor temperatura a la que está acostumbrada la gente a vivir cuando más cerca se está de éste. También influyen otros factores como la altitud y resto de factores climáticos.
En este sentido existen otros factores con menor peso, pero también influyentes, como: forma y superficie corporal, salud física o mental, consumo excesivo de alcohol o drogas, estado de ánimo, experiencia y asociación de ideas, etc.

Por otra parte, están los relacionados con su interacción con el medio:
  1. La vestimenta (grado de arropamiento): La ropa que usamos, también denominada como "tercera piel", es la primera barrera de defensa con el medio que nos rodea. Un individuo con ropa pesada sentirá mayor sensación de calor que otro que ocupa el mismo ambiente con ropa ligera. La vestimenta se mide con coeficientes de transmisión térmica. La unidad que se ideó para ser aplicada al arropamiento es el clo (clothing), que algunos autores españoles han traducido transformándolo en el ropa.
    Ilustración gráfica de conjuntos de prendas comunes y su valor clo.

  2. Actividad: La producción de energía metabólica es el motor del cuerpo, y la cantidad de energía calorífica producida por el metabolismo depende de la actividad muscular desarrollada. El metabolismo se suele medir en met, el cual corresponde al nivel de actividad de una persona sedentaria (en reposo). Mientras dormimos nuestro metabolismo esta al mínimo y se va incrementando a medida que el cuerpo empiece a moverse, lógicamente que cuando se hace deporte se incrementa al máximo.
Ademas, también en esta apartado tenemos que tener en cuenta otros aspectos como: tipo y color de la vestimenta, partes del cuerpo con las que realiza la actividad (trabajo realizado con las manos, trabajo para el que sólo se precisa el empleo de un brazo, trabajo para el que es imprescindible el uso de ambos brazos, trabajo para el que se precisa el uso de todo el
cuerpo,...), posición estática del cuerpo, tipo y velocidad del movimiento, etc.

Pues bien, ahora que conocemos un poco mejor las causas personales que nos condicionan a demandar una temperatura del entorno mayor o menor, veamos cuales pueden ser las posibles soluciones para conseguir un mayor grado de satisfacción general en un espacio común pero con un grupo de personas heterogéneas.

Dado que en un mismo espacio nunca a va tener exactamente las mismas condiciones higrotérmicas en todo su volumen, podemos jugar con esas diferencias para re-colocar al personal de forma estratégica. Tomando el ejemplo de una oficinas podemos decir:
  • Las personas con mayor demanda de frío, los situaremos próximos a las salidas de aire acondicionado y alejados de las fuentes de calor como ventanas, equipos, etc.
  • Por contra, las que demandan mayores temperaturas, se alejaran de los dispositivos de frío y se ubicarán próximos a las fuentes de calor.
  • Dependiendo de la temperatura media del lugar y de las características de la fachada (aislamiento, características de los huecos: tamaño, número, propiedades,...) podremos emplazarnos próximos a ella en caso de demandemos radiación solar y calor del exterior para climas cálidos o alejarnos de la misma si se trata de climas fríos y demandamos mayores temperaturas.
  • Por último, siempre contamos con la adaptación de la vestimenta, donde una vez situados todos de manera estratégica, se regularán las condiciones de climatización a aquella persona más calurosa (que habrá reducido su arropamiento lo más posible) mientras que el resto de personal irá regulado el suyo en consecuencia.

Autor: 
Eduardo Martín del Toro, Dr. Arquitecto y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática, propietario de Del Toro & Antúnez ARQUITECTOS.

2 comentarios:

  1. Muy buen análisis, Eduardo, sin duda el confort térmico es un factor importante a la hora de diseñar o reformar un edificio.

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    1. Estimado Jorge, muchas gracias por el comentario y por leernos.

      Atentamente, un saludo.

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