Cada día es más evidente la necesidad de reducir los consumos energéticos¹ en las viviendas con su consiguiente reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera -y el importante ahorro en las facturas de servicios energéticos y agua-. Sin embargo, a la hora de decidir que procedimientos utilizar, suelen surgir dudas entre el ahorro y la eficiencia energética. ¿En qué consiste cada uno de ellos y cuáles son sus diferencias?
En este artículo voy a definirlos claramente y expondré algunas prácticas para ahorrar en la vivienda y para tener un hogar más eficiente:
El Ahorro es la reducción de consumos a partir del control del gasto, es decir, se toman las medidas necesarias para eliminar los consumos innecesarios y reducir aquellos prescindibles. Un ejemplo de esto sería apagar la luz cuando salimos de la habitación.
En cambio, la Eficiencia Energética se puede definir como la reducción del consumo de energía manteniendo los mismos servicios energéticos, sin disminuir nuestro confort y calidad de vida, es decir, el usuario no modifica su conducta, sino que se emplean sistemas eficientes que son los encargados de obtener los ahorros. En este sentido el ejemplo equivalente al anterior sería la sustitución de bombillas incandescentes por otras de misma intensidad lumínica pero de bajo consumo.
Como vemos, en ambos casos conseguimos reducciones de consumos energéticos, protegiendo el medio ambiente, asegurando el abastecimiento y fomentando un comportamiento sostenible en su uso. Pero se obtienen de forma diferente en lo que podríamos definir como una actitud activa en el caso del ahorro, ya que el usuario es el que toma las medidas directamente, o una actitud pasiva en el caso de la eficiencia energética, ya que son los sistemas los encargado de conseguir dichos recortes.
Estas dos medidas de obtener reducciones de consumos energéticos no están reñidas, al contrario, lo óptimo sería el empleo conjunto de ambas, para así garantizar un consumo lo más ajustado posible y, por tanto, la mayor reducción posible de emisiones de CO2 al ambiente.A continuación enunciaré las medidas principales de ahorro y eficiencia que se pueden tomar en el hogar:
AHORRO
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EFICIENCIA
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Climatización
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Calefacción: Mantener la
temperatura del termostato entre 19 y 21º C y apagarla de noche o bajar el
termostato hasta los 16º C.
Aire acondicionado: se
recomienda una temperatura de 25º C (una diferencia de temperatura con el
exterior superior a 12º no es saludable) y apagar el aparato una vez esté la
estancia refrigerada y encender el modo ventilador.
Desconectar el aire
acondicionado cuando no haya nadie en la habitación.
Vigilar el mantenimiento de
los equipos.
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Sustitución de sistemas de
calefacción convencional por emisores de calor de baja temperatura.
Ventanas con doble o triple
acristalamiento, con sistemas específicos para cada orientación.
Colocación de toldos,
persianas u otros elementos de protección solar.
Mejorar los sistemas de
captación solar pasiva mediante aperturas de huecos a orientaciones favorables,
colocación de elementos tipo invernaderos y sistemas de captación cenital en
cubierta.
Actuaciones que permitan la
ventilación natural cruzada de las estancias.
Adaptación de la
distribución de usos, en los edificios, en función del comportamiento térmico
de los espacios.
El empleo de vegetación como
elemento de protección solar y refrigeración natural.
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Iluminación
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Aprovechar la iluminación
natural.
No dejar luces encendidas en
estancias vacías.
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Empleo de lámparas de bajo
consumo o LED ahorrará hasta un 80 por ciento de energía.
Instalar reguladores de
intensidad luminosa de tipo electrónico.
Utilización de la domótica
para optimizar el uso de los espacios.
Utilización de colores
claros para disminuir las necesidades de iluminación.
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Electrodomésticos
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Apagar los aparatos cuando
no estén en uso y no dejarlos en “modo de espera” o “stand by”.
Desconectar los adaptadores
que no estén utilizándose, ya que siguen funcionando (con menos consumo)
aunque no transformen efectivamente la energía.
Para las lavadoras conviene
trabajar siempre a carga completa o adquirir un equipo que permita trabajar a
media carga. El programa de baja temperatura será casi siempre suficiente
para dejar limpia la ropa.
La secadora consume más
energía que un centrifugado. Es mejor utilizar el calor del sol para un
secado natural.
En el caso de que la cocina
sea eléctrica, aprovechar su calor residual, es decir, apagar el ‘fuego’ un
poco antes de terminar de cocinar.
Utilizar el frigorífico con
sentido común: no abrir la puerta de forma innecesaria, asegurarse de que el
aislamiento funciona y colocarlo lejos de las fuentes de calor como el horno
o la cocina.
Descongelar el frigorífico
cuando la capa de hielo alcance los
Respecto al lavavajillas, su
mayor gasto (80%) se produce al calentar el agua, por lo que los programas de
ahorro que lavan a menor temperatura suponen un importante ahorro. No
utilizarlo hasta que esté completamente lleno a no ser que tenga la opción de
ponerlo a media carga.
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Empleo de electrodomésticos
energéticamente eficientes (el mínimo debe de ser la clase A+).
En el caso de los
televisores, las pantallas LCD ahorran un 37% de energía respecto a los
aparatos tradicionales.
La cocina de gas es más eficiente
que la eléctrica.
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El uso del lavavajillas es
más eficiente desde un punto de vista energético.
Cerrar los grifos cuando no
se estén utilizando sobre todo al afeitarse, cepillarse los dientes o en el
lavado.
Una temperatura en
Utilizar la ducha en lugar
de la bañera.
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Los sistemas de acumulación
de agua caliente son más eficientes que los de producción instantánea.
Utilizar difusores en los
grifos.
Incorporación de depósitos
de recogida de aguas pluviales para su posterior uso en riego, inodoros y
limpieza.
Mecanismo para la descarga
total o selectiva en cisternas de inodoro.
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Fuente: Stakeholders
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