Durante años, la preocupación en el diseño de los edificios ha recaído en la captación solar y en la mejora de su aislamiento térmico para reducir los consumos de calefacción. Sin embargo, la subida paulatina de las temperaturas, debidas al calentamiento global, hace que cada día más nos preocupemos de los problemas derivados del sobrecalentamiento.
La principal estrategia para evitar el exceso de temperatura en el interior de los edificios durante el período estival es la aplicación de elementos de protección solar en los huecos, tanto fijos como móviles, incluso siendo estos últimos automatizados. Sin embargo, el efecto de la radiación solar directa en los edificios tiene importantes efectos también en los cerramientos opacos, como las fachadas y, sobe todo, la cubierta, el paramento más afectado por la incidencia solar en los meses de verano.
Varias son las estrategias que podemos emplear para evitar que la envolvente térmica se recaliente por efecto directo de los rayos solares, pero tal vez sean dos las más destacadas: las fachadas/cubiertas ventiladas y las pinturas termoreflectivas. Sobre estas últimas, también conocidas como “Cool Roof” o de “techo frío”, tratamos este artículo.
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Las cubiertas normalmente presentan un acabado oscuro que acumula mucho calor. El fenómeno es más o menos intenso según el color y material que remata la cubierta. El calor absorbido aumenta la temperatura de su superficie y se propaga a las estancias inferiores y a la estructura, que puede acumularlo durante un largo período de tiempo, para luego difundirlo al interior del edificio.
Las pinturas termoreflectivas consisten en un revestimiento blanco reflectante que se aplica directamente sobre la cubierta de los edificios. Este revestimiento refleja la casi totalidad de la radiación solar que recibe evitando la absorción y acumulación de calor gracias a que posee dos propiedades: la reflectancia y la emisividad térmica.
Mientras que la reflectancia solar se refiere a la capacidad de un material para reflejar la radiación solar, la emisividad de un material es la capacidad que dicho material tiene para emitir radiación infrarroja.
- El índice de reflectancia solar debe ser mayor al 75% cuando se ha instalado y no menor del 55% pasados los siguientes 3 años.
- La emitancia térmica (capacidad de liberar el calor absorbido) debe ser mayor o igual al 75%.
La reflectancia solar y la emitancia térmica de un material determinan el Índice de Reflectancia Solar (SRI), que muestra la capacidad que tiene un material para reflejar el calor solar, de manera que se limita el calentamiento relativo de éste material bajo la exposición de los rayos solares.
Los valores del SRI oscilan desde el 0, para el material de referencia negro, hasta 100, para el material de referencia blanco. Por tanto, a mayor SRI, menor sobrecalentamiento de la vivienda o el edificio.
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En cuanto a las características que deben cumplir estas pinturas, además de su alto SRI, es conveniente que presenten también una serie de características:
- Ser de color blanco o, al menos, lo más clara posible para favorecer su capacidad de reflectancia y emisividad.
- Ser impermeable, ya que va a mejorar la durabilidad de la cubierta, además de que el agua es un buen conductor térmico y propagaría el calor.
- Es recomendable que su acabado sea transitable, al menos para el mantenimiento, para no sufrir deterioros durante estas labores.
- Una buena elasticidad garantiza que no se produzcan grietas o fisuras por los movimientos mecánicos de la estructura.
- Tener capacidad fungicida que evite la aparición de hongos, verdín, moho y otros elementos orgánicos.
- Dado que por su color claro es propensa a ensuciarse, ampliaremos sus efectos en el tiempo si es autolimpable. En caso contrario será necesario realizar un mantenimiento adecuado.
- Que presente una gran adherencia con la mayoría de los materiales usados para la construcción. En especial debemos señalar el hormigón, la tela asfáltica, la teja, morteros, cerámica y tejados de fibrocemento.
Otra de las ventajas de estas pinturas es que protegen los materiales sobre los que se apliquen de los efectos nocivos de los rayos ultravioletas.
Pero su uso, a pesar de ser más frecuente en cubiertas, también puede ser conveniente en fachadas, sobre todo en edificios situados en climas cálidos marcados con alta demanda de refrigeración y escasa o nula demanda de calefacción.
Su aplicación no sólo reduce la demanda de refrigeración y mejora las condiciones de confort del interior de los edificios, sino que ayuda a reducir el “efecto isla de calor” o isla de calor urbana (ICU). La expresión “isla de calor” describe áreas urbanas y suburbanas que son más calientes que las áreas rurales cercanas, como consecuencia de la utilización de materiales con una alta capacidad de absorción y retención del calor solar (albedo), muy superiores a las de los materiales naturales o de las áreas rurales menos desarrolladas.
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No debemos confundir este producto con las pinturas térmicas, ya que estas pinturas no son aislantes propiamente dicho (no aíslan del frio, por ejemplo) aunque sí proporcionan una mejora térmica de la edificación en verano.
Autor: Eduardo Martín del Toro, Dr. Arquitecto y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática, propietario de Del Toro & Antúnez ARQUITECTOS.
Durante mucho tiempo se han utilizado otros medios para que el sol al incidir en un edificio no suba la temperatura del mismo. Los resultados del mismo aunque satisfactorios hacen que aparezcan nuevos métodos favoreciendo una mejora térmica en éste. Únicamente hay que ponerse a realizar dichas mejoras y pintar la superficie.
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