29 de noviembre de 2017

La economía en la sostenibilidad arquitectónica

La arquitectura sostenible va más allá de la no contaminación o del reciclado. Para poder calificar como sustentable una edificación, éste ha de verificar su sostenibilidad desde tres puntos de vista: Economía, Sociedad y Ecología.
Pues bien, en el campo de la arquitectura sustentable, el factor económico es el que más confusamente se percibe, entendiéndose en la mayoría de los casos como un sobre coste, lo que va en contra de la propia lógica de la sostenibilidad.
El ciclo de vida de un inmueble incluye desde la fabricación de los materiales para la construcción hasta su demolición.

En la actualidad, en el sector de la construcción, la palabra sustentable se emplea para definir, desde edificios a los que se les han puesto placas solares hasta inmuebles con estructura de madera, pasando por productos hechos a partir de materiales reciclados, pero hay que tener cuidado sobre lo que se vende como sostenible. Así como “no es oro todo lo que brilla”, no todo lo que se ve “verde” es sustentable.

La crisis económica originada en España, en parte por la burbuja inmobiliaria, impone un cambio de paradigma en la construcción y la arquitectura sostenible, entendiendo sostenibilidad como un equilibrio entre beneficios sociales, económicos y ambientales. La arquitectura sostenible se fundamenta en el ahorro: de recursos, de energía, de residuos, de emisiones, de mantenimiento, y -por ende- de costes de construcción del edificio.

La evaluación de las condiciones económicas en una actuación de arquitectura sostenible es tan importante y necesaria como las ecológicas, ya que del mismo modo que el objeto arquitectónico ha de tener un mínimo impacto medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida, sus costes económicos también han de ser optimizados, razón por la cual, aquella idea de que la arquitectura sostenible es más cara, no solamente es incorrecta, sino contraria a su propio principioTanto es así, que -a la larga- estos edificios no sólo no son más caros, sino que generan importantes ahorros a sus propietarios, principalmente en dos líneas: reducción en los costes de mantenimiento y una importante reducción en las facturas energéticas.

Una arquitectura sostenibles debe ser una arquitectura económica, sin dispositivos que la encarezcan o mecanismos que corrijan errores que están presentes desde la concepción del edificio.

Por otro lado, el concepto de pobreza energética -que hace referencia a aquellas personas que no pueden disfrutar de la climatización (calefacción y/o refrigeración) en sus casas debido a que no son capaces de hacer frente a las facturas de los combustibles (electricidad, gasoil, carbón, biomasa,...) que sus equipos demandan y que por tanto pasarán frío este invierno, no porque no cuenten con calderas o estufas, sino porque no se pueden permitir encenderlas- está cada día más presente, relacionando dos de los aspectos de la sostenibilidad: el factor económico y el social.

Pero del mismo modo existe una relación entre el factor medioambiental y el económico en la arquitectura sostenible, ya que la principal razón que lleva a la mayoría de la población a ser más eficiente energéticamente o a ahorrar energía es una cuestión económica. Todo el mundo sabe que a menos consumo de electricidad, gas o gasoil menor va a ser la factura que vamos a tener que pagar, y al mismo tiempo reducimos la producción de energía a partir de fuentes fósiles, que es uno de los principales causantes de la contaminación atmosféricas a nivel mundial.

Fuente: Informe The Business Case for Green Building


Desde el punto de vista económico, se entiende que un menor coste, el beneficio económico o la recuperación de la inversión en un tiempo determinado son resultados sostenibles económicamente para diferentes situaciones.

Para poder evaluar la dimensión económica, por tanto, sería necesario analizar los costes a lo largo de su ciclo de vida mediante la valoración financiera de las cuatro principales categorías de coste: inversión, operación, mantenimiento y gastos de eliminación al final del ciclo de vida. Tal que:
  • Los costes de fabricación: calculados a partir de los precios de los productos que las componen
  • Los costes de la fase de construcción: a partir de los precios de las bases de datos de precios del sector de la construcción y de presupuestos de obras realizadas
  • Los costes de la fase de uso: a partir de los costes de los materiales, la energía y el de las tareas de mantenimiento
  • Los costes de la fase de fin de vida: a partir de las bases de datos de precios del sector de la construcción

En el ámbito de la evaluación de aspectos económicos, hay que tener en cuenta varios factores: 
  1. Las distintas fases a tomar en consideración
  2. Qué tipo de costes han de tenerse en cuenta
  3. La forma de calcular los costes de los componentes que con el tiempo se degradan y es necesario reparar.
Es importante también tomar en consideración el ciclo de vida completo del edificio y expresar los resultados de forma útil para comparar diferentes opciones de diseño, que por ejemplo permitan la comparación de los costes anuales con los que se producen sólo una vez a lo largo del ciclo de vida del edificio.

Por tanto, el análisis del comportamiento económico de un edificio se puede entender como la identificación de los impactos y aspectos económicos del edificio y su emplazamiento para permitir al cliente, el usuario y el diseñador tomar decisiones y realizar elecciones que les ayuden a resolver la necesidad de hacer edificios más sostenibles.


Autor: 
Eduardo Martín del Toro, Dr. Arquitecto y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática, propietario de Del Toro & Antúnez ARQUITECTOS.

2 comentarios:

  1. Yo creo que habría que añadir un punto importante. Estamos observando en España que la creciente proliferación de edificios certificados bajo sistemas evaluación de la sostenibilidad como LEED o BREEAM, responden casi exclusivamente a dos perfiles: grandes compañías que serán también los usuarios de los edificios (no les importa gastar más en introducir medidas de diseño derivadas de los requisitos establecidos para obtener créditos en la evaluación, si esto conlleva un ahorro futuro en la operación y mantenimiento del edificio) y alguna promotora que quiere distinguirse, de forma que pueda incrementar el valor de venta de los inmuebles. Pero luego queda un amplio vacío en los edificios residenciales, que son al fin y al cabo los que disfrutamos (o padecemos) los usuarios, donde difícilmente, y salvo casos aislados, se introduzcan medidas realmente sostenibles si éstas implican un sobrecoste en la fase de construcción.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Alejandro López:

      Evidentemente las herramientas de certificación son armas de doble filo. Si bien por un lado fomentan la sostenibilidad, es también cierto que parecen enfocadas únicamente a un producto (tipología edificatoria y cliente) concreto, que no es la generalidad de la edificación: el uso residencial.

      Ya hemos tratado este tema en el blog, así que recomendamos revisar las siguientes entradas:
      · http://blog.deltoroantunez.com/2014/05/cuanto-cuesta-nuestro-edificio-sostenible.html
      · http://blog.deltoroantunez.com/2014/09/cuando-un-edificio-es-sostenible.html
      · http://blog.deltoroantunez.com/2013/03/arquitectura-sustentable-sostenible.html
      · http://blog.deltoroantunez.com/2015/02/la-mentira-de-la-sostenibilidad.html

      Muchas gracias por el comentario y por leernos.

      Atentamente, un saludo.

      Eliminar