3 de noviembre de 2015

Humedades: Tipos más frecuentes

La presencia de humedad es uno de los principales problemas que descubrimos de forma común en las inspecciones de edificios.


Dichas humedades suelen estar producidas por tres causa principales: filtraciones del entorno, roturas en las instalaciones y condensaciones.

Dentro del primer grupo -las filtraciones- suelen producirse por problemas de impermeabilización, ya sea en la cubierta, suelos o encuentros.

La rotura de la lámina de impermeabilización de las cubiertas por falta de mantenimiento o reposición es causa frecuente de presencia de humedades en los pisos áticos de los edificios o en las estacáis superiores de las viviendas unifamiliares en las épocas de lluvias.

En el otro extremo del edificio -suelos y sótanos-, nos encontramos con una vía también muy frecuente de entrada de agua, por capilaridad, procedente del terreno. Estas humedades, más costosas de combatir (en recursos y dinero) que las anteriores, suelen estas producidas por la ausencia de medidas de impermeabilización de muros y suelos en contacto con el terreno junto a la presencia de humedad (nivel freático, escorrentías, roturas o pérdidas de las instalaciones, etc.) del terreno donde se asienta la edificación.



La tercera vía principal de filtraciones es consecuencia de la mala resolución de encuentros constructivos, que se dan con frecuencia en la unión entre carpinterías y el muro, juntas constructivas o contacto entre dos edificios. Estas humedades localizadas suelen identificar de forma evidente la causa y su reparación no suele ser compleja.



En cuanto a las humedades por problemas en las instalaciones, podemos dividirlos en los dos mas importantes: fontanería y saneamiento.

En el primer caso, la presencia de agua a presión ocasiona que los problemas evoluciones de forma muy rápida, apareciendo grandes humedades en poco tiempo. En este caso, la causa es fácilmente detectable y lo más importante es cortar el agua de instalación causante del problema lo antes posible para minimizar los daños, por lo que cuando pasa en períodos en lo que los usuarios se encuentran fuera del inmueble (como en vacaciones) los desperfectos que pueden ocasionar son generalmente muy graves.

Por contra, la rotura en la instalación de saneamiento suele ser más silenciosa, y en algunos casos, dependiendo de donde se produzca esta, permanecer in-detectada durante años. En otros casos, cuando sí aparece, puede hacerlo lejos del origen de la rotura, lo que hace difícil descubrir el punto de la pérdida. Además, dado los contenidos que transporta esta instalación, su rotura puede dar lugar a problemas de malos olores o insalubridad en el edificio, e incluso generar graves problemas de seguridad estructural cuando, como decimos, pasa inadvertida y se produce cerca de elementos estructurales como las zapatas -soportes del edificio-. Por todo esto, son posiblemente estas humedades las más peligrosas, por lo sigilosas y dañinas que pueden llegar a ser.



El último grupo -las condensaciones- son posiblemente las más desconocidas y las menos tenidas en cuenta en las viviendas. Estas humedades no son causadas por las aguas provenientes del exterior del edificio, sino que surgen a raíz de la humedad producida por el propio uso de éste (la cocción, la higiene personal, la limpieza de la vivienda, la propia humedad que generamos los usuarios,...) y la falta de una correcta ventilación que pueda evacuarla.

Si bien es muy difícil que este tipo de humedad genere problemas graves al edificio -más allá de la caída de la pintura o el empapelado- sí que puede supones problemas graves para la salud de los ocupantes, más si son niños, ancianos o personas con problemas respiratorios -como asmáticos- dado que el exceso de condenación da lugar a la aparición de mohos que atacan las vías respiratorias. De ahí la gran importancia de la correcta ventilación de las viviendas -junto con la necesidad de mantener la adecuada calidad del aire, la eliminación de olores y de tóxicos volátiles, etc.-; y en caso de aparición de estos mohos, junto con una abundante ventilación, se recomienda la eliminación con un producto que impida su proliferación, como puede ser la lejía o similar.


Autor: 
Eduardo Martín del Toro, Dr. Arquitecto y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática, propietario de Del Toro & Antúnez ARQUITECTOS

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