11 de enero de 2016

La arquitectura del futuro mira al pasado

La evolución de la arquitectura se ha desarrollado en la búsqueda de una mejora tecnológica que la hiciera más alta, más resistente, más saludable, más confortable,...
Con el Movimiento Moderno esta situación llegó a su culmen: las estructuras metálicas permitían hacer rascacielos interminables, el hormigón armado edificios indestructibles, las fachadas de vidrio y la iluminación artificial hacían llegar la luz a todos los espacios y los sistemas de climatización obtener las condiciones óptimas de temperatura y humedad; o eso parecía.
Fuente: Imagen de Herm en Pixabay 

Pero no es oro todo lo que reluce. Y esos edificios de vidrio altamente tecnificados empezaron pronto a dar problemas: deslumbramientos, altos diferenciales térmicos entre distintas zonas del edificio, altísimos consumos energéticos acentuados por la subida de los precios de los combustibles fósiles y, finalmente, el síndrome del edificio enfermo.

Esta manera de construir ya no es posible, ¿pero que hacer una vez que se ha llegado a la cumbre y se descubre que esa no es la solución? Pues es necesario mirar atrás y ver que se nos ha perdido por el camino.

Los avances ganados con el Movimiento Moderno son muy interesantes, pero no significa que por ello haya que desprenderse de los conocimientos anteriores. La vivienda no debe funcionar como "una máquina", sino como un ser orgánico que se relaciona con su entorno y es por eso que ahora toca darse la vuelta y re-descubrir la arquitectura tradicional, para combinar las posibilidades tecnológicas del presente y del futuro -como las energías renovables o las TICs- con los conocimientos recopilados durante generaciones de cómo se debe relacionar un edificio con su entorno.

Dejemos de vivir en "submarinos" posicionados autistas a su entorno -que tanto se pueden colocar aquí como en Pekín- y empecemos (o mejor dicho volvamos) a proyectar edificios que aprovechen los elementos que le proporciona el medio (orografía, clima, materiales,...) a través de un diseño de relación con el lugar, pero no de un modo meramente estético -como se ha promulgado en los últimos años- sino principalmente funcional, incluyendo -como una de las principales funciones que debe cumplir todo edificio- el conseguir las mejores condiciones de confort y salubridad para sus usuarios, con el menor coste (económico, energético, material,...) posible.

Y la mejor manera de conseguirlo es, como decimos, mirar aquellos ejemplos de arquitectura que llevaban años haciéndolo por pura necesidad: la falta de recursos y medios ha sido la chispa que ha encendido el ingenio de nuestros antepasados y ha propiciado el desarrollo de 
-posiblemente- la arquitectura más inteligente con la que nos podemos encontrar.

Fuente: Imagen de Michelle Raponi en Pixabay 

Por tanto, para poder seguir caminando en la evolución de la arquitectura hacia el futuro, hace falta detenerse un momento en un proceso de reflexión y recuperar el conocimiento olvidado para hermanarlo con las últimas tecnologías, tanto constructivas como energéticas, de sistemas de climatización ó TICs. La Arquitectura que viene es la que sabe combinar inteligentemente la arquitectura que se relaciona con su entorno más inmediato -del mismo modo que lo hace la tradicional- con los últimos avances en materiales, sistemas constructivos, energías renovables y tecnología inteligente (domótica, inmótica, smart cities,...). Es decir, es una arquitectura bioclimática, sana, inteligente, económica, eficiente, respetuosa con el medio,... y por tanto SOSTENIBLE.


Autor: 
Eduardo Martín del Toro, Dr. Arquitecto y Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática, propietario de Del Toro & Antúnez ARQUITECTOS

2 comentarios:

  1. Me gusta la verdad. Siempre hablar de este tipo de evoluciones se vuelve interesantisimo. Y con estas imagenes sin duda uno puede captar mas y diferencias cuando la evolución se hace presente.

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    1. Estimada Laura, muchas gracias por el comentario y por leernos. Atentamente, un saludo.

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